Save my worried shoes
Pero también me gusta pensar que hay alguien vistiéndose
ata con ternura los pasadores de aquellas zapatillas que aún no han andado demasiado
con cuidado
se peina, se asea, y con el rostro limpio reconoce su peor amenaza
(sale de puntillas briqui-brac)
no vaya a ser que su corazón se detenga en el umbral
despidiéndose con una pequeña sonrisa
nos ponemos de acuerdo en
que hoy será un día normal.
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